sábado, 25 de septiembre de 2010

EL GRAN MILAGRO DEL AMOR DE DIOS

EL GRAN MILAGRO DEL AMOR DE DIOS

TEXTO BIBLICO:  Génesis 1-3.
LOIDA SALAS DE GILLI

LA CREACION
Al pasar por el campo, podemos observar como florecen algunas plantas, las flores son hermosas, otras nos parecen insignificantes;  algunas despiden una agradable fragancia y cuando sale el sol, levantan su carita para recibir el calor y al anochecer inclinan su cabecita y doblan sus hojitas para dormir.
Los hombres pasan por su lado y ni las miran y… algunas veces hasta las pisan con sus pies.  “Esas pequeñas florecitas son una gran maravilla, una maravilla del “Gran Milagro del Amor de Dios”.

Los hombres son hábiles y expertos en fabricar carros veloces, grandes embarcaciones, ruidosos trenes, aviones supersónicos, pero… no hay ninguno que pueda hacer una pequeña flor que perfume, crezca y tenga vida.
Esas pequeñas florecitas son una maravilla, mayor que todas las cosas que hace el hombre que no son más que cosas materiales que algún día acabarán.

Pero la vida, la maravillosa vida, es una Creación de Dios.  La tierra toda está llena de las maravillas de Dios.  El hace crecer el trigo, la cebada, los granos las plantas que sirven para el pan de cada día.  El hace que el sol salga y se oculte.  El guia la luna y las estrellas, los astros todos en su ruta y orbita.  Hace la lluvia, la nieve, los truenos.
Y… más arriba de todo esto está el hermoso cielo, más glorioso y maravilloso que la tierra.  Allá habita Dios mismo, el Todopoderoso infinitamente bueno.
Sus ojos ven toda la Creación.  Cuida de las aves, plantas y también de nosotros.
Y… si le amamos - él nos permite vivir más tarde con él en su morada celestial -
Pero…¿Cómo tenemos que presentarnos delante de Dios para estar con El?

SIN MANCHA NI PECADO.
Cuando Dios terminó la Creación, “él vió que todo era bueno” y puso en el huerto del Edén al hombre y a la mujer.  Mientras todas las flores despedían sus aromas y las plantas  daban sus frutos, los pájaros cantaban, los otros animales cada uno reposaba en su lugar en plena tranquilidad y paz, se deslizó un ángel malo.
Este ángel veía la sabiduría de Dios en cada cosa creada y veía la felicidad de la pareja pasearse en medio del huerto.
Esto no le daba felicidad a él sino por el contrario, desbordaba su maldad y envidia, odiaba el poder de Dios y lo que había creado.
Este ángel anteriormente había sido distinto, hermoso, luminoso, dotado de virtudes, pero en su soberbia se atrevió a revelarse contra Dios. Quiso destronarle para colocarse él mismo en el lugar de  Dios. Su orgullo lo cegó y el castigo fue grave contra ese pecado – fue arrojado del cielo para siempre con todos sus orgullosos ayudantes -.
Lleno de amargo odio, se enfurecía contra el hombre y la mujer que Dios había creado pero no se atrevía a hacerles daño porque sabía que siempre seguros bajo la voluntad de Dios nada les pasaría.
Mientras Satanás observaba toda la Creación, comenzó a concebir su plan astuto.  Se dio cuenta que la confianza y la fe eran el vínculo que les unía a Dios por tanto intentó  probar como cortar ese vínculo.
Comenzó pensando en crear  incredulidad y desconfianza en sus corazones y logrando esto pensó, vendría la desobediencia.
El otro plan bien pensado por Satanás fue no ir él mismo a los hombres pues desconfiarían rápidamente, no le oirían y tendrían temor.
Inmediatamente pensó en uno de los animales creados por Dios, la astuta serpiente, para ejecutar sus planes. También pensó que no debía llegarse a Adán primero porque Adán era el mas fuerte de los dos y había recibido el mandamiento de Dios. 
Entonces decidió llegarse a la mujer porque ella no había oído el mandamiento de boca de Dios y bastaría que ella pecase primero para contagiar a su marido.
Fue así, que andando de paseo por el huerto la mujer conoció el mal.  La serpiente la engañó y en medio de toda esa belleza creada por Dios, la mujer se sintió sola, humillada, la maldad ya vivía dentro de ella, estaba angustiada y quiso compartirla con Adán.  Le contó lo ocurrido y le rogó comiese del fruto prohibido y Adán por amor  creyó en ella más que en  Dios. 
Al comprender ambos lo ocurrido ya era demasiado tarde. Quisieron huir de la presencia de Dios y cuando se conocieron observaron su desnudez y se avergonzaron.
Al oír la voz de Dios que se paseaba en el huerto, se escondieron temblando pero… ¿Quién podría huir de la presencia de Dios?.  Y comenzó Dios a conversar con ellos y ellos confesaron lo que habían hecho y a quien habían obedecido.


DIOS AMO TANTO AL MUNDO.
En la mente de Dios no había posibilidad alguna de ira porque sabía que ambos por naturaleza eran débiles en su interior y amaba tanto su mundo creado que continuó siendo el Padre para sus hijos perdidos, pero tendrían que cargar las consecuencias de su pecado.
En el  castigo que impondría a Satanás se unía a la vez una hermosa promesa para el hombre perdido
Gn. 3:15 “ Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”

Para Adán y su mujer estas palabras eran difíciles de entender, pero ella sí pudo comprender algo de lo que el Creador le decía.  La lucha entre el hombre y Satanás, sería constante y haría mucho daño a los hombres, los seduciría a hacer el mal pero la esperanza vendría cuando naciera un niño que lo habría de vencer.
Ese niño descendiente de Adán, le destrozaría la cabeza a Satanás, ese niño sería el Salvador del mundo – ese es el mayor milagro que jamás haya sucedido en la tierra _, que el Santo Dios quisiera seguir siendo un Padre para sus hijos perdidos, aún más, darles salvación si ellos quisieran amarle y esperar el tiempo en que habría de venir.
Este niño ganaría el cielo para los hombres y llevaría el castigo del pecado en su lugar, sería obediente hasta la muerte, y si la muerte vendría para todo hombre, esta muerte ya no sería de castigo ni eternas tinieblas, la muerte sería la oscura puerta por la cual el hombre redimido pasaría a la eterna y gloriosa luz del cielo.

¡Que Gran Milagro del Amor de Dios! Ese Salvador que Dios daría a un mundo pecaminoso sería el propio Hijo de Dios, nuestro Señor Jesucristo, nacido en Belén y que luego murió por nuestra culpa..
Adán y su mujer no sabían esto, solo sabían que ella sería madre de los vivientes y que un día habría de nacer un niño y cargando esa culpa se aferraron a esta promesa.
Desde entonces Adán llamó a su mujer “Eva” sería la madre de todos los vivientes.. 
Salieron del Edén, Dios los vistió  con túnicas de pieles y con el propósito que no comiesen del árbol de la vida.
Envió Dios Ángeles con espadas para vigilar el huerto y para que hombre alguno pudiese entrar nuevamente.  Adán y Eva, salieron errantes a toda la anchura de la tierra, sufrirían, pasarían peligros, sentirían aflicción, pero por “El Gran Milagro del Amor de Dios” los seguiría vigilando desde el cielo y eso calmaba en parte sus angustias.
Alejados de la voz de Dios y su cercana presencia vivirían días, noches pero la promesa brillaba  como una estrella en sus oscuras noches.
La esperanza les daba vida, sabían que no estaban perdidos completamente, el Redentor vendría. 
Dios es fiel, “El Gran Milagro del Amor de Dios” aún esta presente para todo ser humano. Así como Adán y Eva pasaron por tentaciones y pruebas, Dios tiene sus ojos puestos en su Creación y sobre sus hijos dispuesto a darnos ternura cuando la necesitamos.
En él no hay orgullo, odio, envidia pero… solo pide de nosotros que le permitamos entrar por esa puerta oscura para darnos  luz e inundar nuestra vida con su tierno amor.

¡El Gran Milagro del Amor de Dios! Continúa en todo el relato bíblico, pero hasta aquí en estos pocos capítulos, sentimos su Amor  por los Siglos de los Siglos.  Amén.

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